“La mejor manera de proteger el vallenato tradicional es que se grabe y se divulgue, ahí está el secreto”
Julio Oñate Martínez
La desnaturalización y descontextualización del Vallenato es una contundente realidad como serlo el hecho de contar con estrategias y herramientas, quizás tarde, pero mejor que nunca, para que ese proceso se detenga y las nuevas generaciones lo conozcan en su real dimensión, los grupos musicales lo incorporen en su contenido y los medios masivos de comunicación lo difundan.
La declaratoria del vallenato como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, uno de los acontecimientos estimulantes que despiertan la esperanza alrededor de la protección de esta riqueza cultural y folclórica, tiene como antecedente categórico el Plan Especial de Salvaguardia PES, impulsado por un distinguido grupo de gestores culturales y protagonistas egregios cultores de esta música, en quienes la música vallenata encontró sus mejores aliados.
¿Por qué y para qué?
Los impetuosos embates que ha sufrido el vallenato autóctono al punto que amenaza con desaparecer es la mejor razón para que iniciara el proceso de formulación del PES. El vallenato tradicional no solo ha ido, paulatinamente, desapareciendo de las producciones entre los nuevos exponentes de este género musical, sino que los medios de comunicaciones poco lo difunden.

Los escenarios parranderos también han mermado, la espontaneidad y la naturalidad con la que componían los compositores protagonistas del vallenato narrativo también está diluida por una andanada de canciones e interpretaciones que llaman nueva ola y que han desnaturalizado el Vallenato, sin desconocer la evolución necesaria e inevitable, consecuencia de los nuevos tiempos y generaciones de una humanidad zampada en un proceso de autodestrucción en todos los sentidos.
Peor aún, como los subrayan apartes del PES, “algunas de las funciones sociales que cumplía el vallenato tradicional han perdido validez y posición en la vida cotidiana, debido en parte a la entrada de medios de comunicación masiva que han penetrado todos los rincones de la región, reemplazando a los periódicos cantados que solían llevar los juglares a los campesinos ansiosos de noticias de otros pueblos”.
Son infinitas las razones y grandes las preocupaciones de juglares como Rosendo Romero, Alberto Beto Murgas, Santander y Estela Durán Escalona, Adrián Villamizar, entre otros, que impulsaran, con el apoyo del gobierno nacional, la formulación del PES, el antecedente más genuino e impactante en la decisión de la UNESCO, de declarar al Vallenato Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El Plan consigna entre sus objetivos “…que se abran espacios para su valoración y apropiación en la memoria del Caribe, promoviendo su aparición en distintos espacios de expresión musical, y que recupere un espacio en la vida cotidiana de las generaciones actuales y futuras para su uso y disfrute”.
A partir de este planteamiento inició un proceso de discusión continua a través de eventos con participación de reconocidos actores ya fueran críticos, analistas, investigadores o protagonistas del Vallenato, con quienes fueron concertando el documento que después de su formalización por parte del gobierno nacional a través del Ministerio de Cultura, se convirtió en un “plan de vuelo” dirigido a salvaguardar “el vallenato tradicional” como patrimonio cultural inmaterial de Colombia, en riesgo de desaparecer.
Salvaguardar los ritmos musicales tradicionales, la extraordinario misión de comunicación del Vallenato a través de la narración del acontecer cotidiano, las mismas funciones críticas e integradora, requerían de una barrera protectora muy posibles a partir del PES y luego de la Declaración de la UNESCO. Posibles, porque sencillamente, la implementación de lo acordado solo tendrá cabal aplicación y resultados en la medida en que actores como gobiernos, intérpretes, compositores y medios masivos de comunicación, asimilen y apropien el Plan de la manera real y comprometida; de los contrario no será sino otro documento de anaquel.
Serán ellos también los responsables de que se despierte el interés por este género musical, especialmente por parte de las nuevas generaciones, quienes, con razón, ejercen una presión a través de la demanda de música de un estilo más avanzado que el tradicional, así ocurra que después de un concierto de vallenato evolucionado, salgan a parrandear con los clásicos.
El PES, no niega la necesidad de que al tiempo que se protege el vallenato tradicional haya una dinámica de modernización, la que sostiene, es posible, pero “sin demeritar sus formas e influencias, conservaría la esencia narrativa y romántica, que significa un reflejo del lenguaje, las costumbres y la propensión al canto y a la poesía de los hombres y mujeres de la comunidad involucrada”.