El padecimiento se arrecia porque aguas abajo del Cesar, continúa la contaminación provocada por otros municipios que también que también le donan sus heces excreciones, regalo envenenado y mortífero a las aguas del río que, inocentemente, las conduce a la ciénaga de zapatosa en donde muere para darle vida a la muerte.
En invierno, cuando el caudal se incrementa, la desgracia ambiental se disipa e incluso el río toma ribetes de un afluente peligroso por la profundidad y la potencia de sus aguas que arrastras las excreciones, sin que se note mucho.
Son 280 kilómetros cuadrados en los que generosamente, incide el rio Cesar, desde su nacimiento en el Municipio de San Juan del Cesar, La Guajira, a través de un hermoso valle, desde donde desciende hasta Valledupar en donde los famosos ríos Badillo y Guatapurí, le dona sus aguas, y sigue viajando a través de los municipios de La Paz, San Diego, El Paso, Astrea, Chiriguaná y Chimichagua, en el Cesar, hacia la Ciénaga de Zapatosa, para más adelante, recibir tributarios como los ríos Araguaní, y Cesarito, zona de la depresión mamposina, en el Rio Magdalena.