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El vómito tóxico de las lagunas de oxidación

El desastre ambiental en el que se ha tornado el vómito tóxico que las lagunas de la laguna de oxidación del alcantarillado de la capital del Cesar, expulsan contra el río Cesar, es más que una afrenta para la sociedad y, de manera especial, para la dirigencia gubernamental, política y ambiental de la ciudad de Valledupar.

El cabezazo de construir las tales lagunas de oxidación alejadas de la ciudad, cuyos terrenos fueron adquiridos en el gobierno de Rodolfo Campo Soto, segunda administración, siendo José Calixto Mejía, gerente de la empresa de acueducto y alcantarillado EMDUPAR, configuran un error. No hay dudas en el sentido de que el remedió fue peor que la enfermedad.

Del Río Cesar, solo quedarán las canciones

Al ritmo que avanza la deforestación, la contaminación y la manera desconcertante como la institucionalizad y la sociedad les dan la espalda a portentosos recursos naturales como el río Cesar, esta riqueza de valor inconmensurable para la vida en esta región, solo quedará en textos y en las hermosas canciones que ha inspirado entre los compositores de Vallenato.

Quien viera al río Cesar desde su nacimiento a 1.800 metros, en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, hasta el casco urbano mismo de San Juan del Cesar, en cuyo territorio se ubica su nacimiento, se sorprendería de la hermosura de sus aguas cristalinas.

La desgracia ocurre por varios factores. Primero la deforestación en su nacimiento y su recorrido debido a la antrópica acción de quienes ignoran la importancia del agua y, por tanto, los ríos para la vida. Segundo y por las sequías permanentes causadas por el cambio climático y tercero, más grave aún, por la torpe decisión de Valledupar de vomitarle las aguas del alcantarillado.

El padecimiento se arrecia porque aguas abajo del Cesar, continúa la contaminación provocada por otros municipios que también que también le donan sus heces excreciones, regalo envenenado y mortífero a las aguas del río que, inocentemente, las conduce a la ciénaga de zapatosa en donde muere para darle vida a la muerte.

En invierno, cuando el caudal se incrementa, la desgracia ambiental se disipa e incluso el río toma ribetes de un afluente peligroso por la profundidad y la potencia de sus aguas que arrastras las excreciones, sin que se note mucho. 

Son 280 kilómetros cuadrados en los que generosamente, incide el rio Cesar, desde su nacimiento en el Municipio de San Juan del Cesar, La Guajira, a través de un hermoso valle, desde donde desciende hasta Valledupar en donde los famosos ríos Badillo y Guatapurí, le dona sus aguas, y sigue viajando a través de los municipios de La Paz, San Diego, El Paso, Astrea, Chiriguaná y Chimichagua, en el Cesar, hacia la Ciénaga de Zapatosa, para más adelante, recibir tributarios como los ríos Araguaní, y Cesarito, zona de la depresión mamposina, en el Rio Magdalena.

Terrible contaminación

La pesca en el río Cesar, especialmente en jurisdicción de Valledupar, era pródiga. No hace mucho tiempo, los pescadores aparecían en le curva del Salguero, menciona en la canción La Creciente del Cesar del maestro Rafael Escalona vendiendo el producto de las faenas de pesca.

Para vergüenza de los gobernantes, servidores públicos y políticos que decidieron construir las lagunas de las aguas servidas de Valledupar en esa zona para que arrojaran las asquerosas heces de los vallenatos al río, precisamente allí, la venta de pescados cambio por el olor nauseabundo y por el espectáculo dantesco de las aguas espumosa cayéndole al río.

Esta desventura acabó, igualmente, con actividades agrícolas que dependía de las aguas del rio, al tiempo que la minera y la ganadería extensiva aporta otra cuota para este lamento ambiental sobre una vertiente de gran ascendiente para guajiros y cesarenses que hoy lo vemos morir ante nuestra mirada indiferente, aunque recientemente se haya comenzado a hablar de la posibilidad de un proceso.

Luis Joaquín Mendoza Sierra

De esencia campesina, hijo de la calle, como llamaron, por siempre, a los paridos fuera del matrimonio, nacido en el corregimiento de La Peña (La Guajira), creció realizando tareas rurales en calidad de sirviente, hasta que soñando trascender, fundado en su gran tenacidad, se trasladó a Valledupar, y al ganar unos pesos desempeñándose como maletero y, más tarde, lustrabotas en el aeropuerto Alfonso López, de esa ciudad, se lanza a la conquista del universo que soñaba convirtiéndose en comunicador social-periodista, en la Universidad Autónoma del Caribe.

Luego de un recorrido feraz a través de medios de comunicación de Valledupar, escala hacia Bogotá en donde labora como periodista de RCN radio orientado por el maestro Juan Gossaín, y al tiempo, por las noches y los fines de semana estudia, inicialmente, la maestría en ciencias políticas y, luego, la especialización en integración económica internacional en la Pontificia Universidad Javeriana.

La experiencia y los estudios lo convierten en estratega de campañas políticas exitosas, a través de un marketing innovador y, finalmente se encamina por la competitividad a partir de la que lidera la formulación de planes y agendas de productividad y competitividad, de los departamentos del Cesar y La Guajira.

Luis Joaquín, un ser humano que transpira humildad y generosidad, ha escrito varios libros, entre ellos la biografía novelada de Diomedes Díaz, Un Muchacho Llamada Diomedes que, con la muerte del cantautor de fama internacional, desarrolla una versión aumentada llamada El Silencio del Coloso. Es, así mismo, músico y compositor por afición y estudioso de la competitividad territorial en la que se desempeña como consultor regional.