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La leyenda que da vida al Festival Vallenato, está moribunda

REVIVIÓ AL TIEMPO QUE MORÍA

Azotada por la incredulidad, la falta de fe y el olvido, yace una hermosa leyenda alrededor de un milagro protagonizado por la Virgen del Rosario, “La Guaricha” como le llamaban los nativos, quien revivió a los españoles envenenados por indígenas tupes.


El milagro ahora, por du decadencia, es que la leyenda que marcó el arranque y la fecha del Festival Vallenato, se conserve. Cuando el, entonces, gobernador del Cesar y luego expresidente de Colombia Alfonso López Michelsen, el maestro compositor Rafael Escalona y la periodista Consuelo Araujo Noguera, decidieron organizar un festival para exhibir la magistral manera como los acordeoneros del territorio interpretaban el vallenato, escogieron los días finales de abril, a partir del 27, como fecha clave para evocar, cada año, la leyenda de la Virgen del Rosario.


La idea inicial era la de tomar la ceremonia de Las Cargas, que recuerda cada año la leyenda de La Virgen en Valledupar y reunía centenares de devotos, como epicentro del evento. Sencillamente la rememoración de esta hermosa leyenda sería complementada con un concurso de conjuntos de cada, guacharaca y acordeón.


Con el tiempo, la ceremonia religiosa que revive la leyenda, fue ganando un protagonismo inusual. Turistas y habitantes de la región, vallenatos y provincianos del viejo Magdalena, especialmente, acudían para vivir el milagro a través de un dramatizado en el que participan los actores que representan los grupos o personajes integrantes de la leyenda: indígenas, españoles, La Virgen, etc. Con el tiempo, este evento ha ido perdiendo no sol protagonismo sino atractivo y el certamen folclórico que lo aprovecha para crecer, el Festival Vallenato, prácticamente la ha asfixiado.


En el pasado, no tan reciente, los asistentes al Festival acudían en masa a vivir la rememoración de la leyenda. Como se recuerda, la programación del Festival vallenato, publicitaba Las Cargas, como se le llama a la ceremonia y, de paso, todos los concursos se detenían para que el público que asistía al Festival, tuviera la oportunidad de acudir a la Plaza Alfonso López, en donde se desarrollaba el evento que, igualmente, era registrado a través de destacadas fotografías y titulares, hasta en las primeras páginas de los diarios.


EL MILAGRO AHORA
La provincia incrustada en el Valle del Cacique Upar, mismo territorio donde nace y se desarrolla el Vallenato, es rica en mitos y leyendas. El listado es infinito y muy hermoso. Lamentablemente, la evolución de la sociedad y los cambios que se van produciendo entierran, cada día, la belleza de estas manifestaciones repletas de pasajes mágicos.


La leyenda de la Virgen del Rosario, por ejemplo, es una de las más apetecidas. Cuentan voceros de la congregación que cuida y venera su imagen, que ésta llegó al territorio de manera equivocada. Ocurrió cerca del 1520, cuando desde España envían dos imágenes de santas de la cristiandad. Eran las vírgenes del Rosario y de Los Remedios. La primera para la región de Riohacha y la segunda para la de Valledupar. Una confusión hizo que ocurriera lo contrario.


Ya en el territorio comenzó a ser venerada y en la centuria de 1500 a 1600, los vejámenes a que eran sometidos los indígenas por parte de los españoles, provocó una rebelión incontenible. En la residencia de un colonizador de nombre Antonio de Pérez Flórez, surgía un romance entre una indígena sirvienta llamada Francisca, de cuya hermosura todos se asombraban, y este jerarca de la familia.


Se trata de un colonizador quien cayó rendido ante la hermosura de la nativa, lo cual descubre su esposa Ana de la Peña, quien iracunda y cegada por los celos la azota y la castiga cortándole su largo y hermoso cabello en presencia de los demás colaboradores. Enterados los indígenas de tal humillación se produjo la determinación de tomar venganza.


Una alianza entre etnias, integrada por Tupes, Cariachiles, Itotos, liderada por Los Chimilas, asalta la propiedad El Alto Unyaimo, una granja donde ocurren estos atropellos contra la nativa, que es hoy el sector donde está situado el el barrio La Granja de Valledupar.


Según la leyenda, se produjo un ataque despiadado por parte de los indígenas que dispararon cientos de flechas envenenadas hacia las instalaciones de la granja que aniquilaron todo vestigio de vida allí.
¡Oh sorpresa!, una mujer como bajada del cielo, empieza a detener las flechar que los indígenas lanzaban y las guarda en su regazo, un manto largo y blanco lo que hace que los indígenas huyan despavoridos.
En su huida, queman vivo a un capuchino…..


Ocasionando todo este terror los indios en su huida de los colonizadores se encuentran en el camino al ‘Capuchino’, quien era la persona que encima de un burro trasmitía las noticias, y a quien los caciques dan la orden de quemarlo vivo, esto desata también la ira de los negros. Continuando su camino por las orillas del río Cesar y llegando hasta el lugar del ‘Caney’, los indígenas en su pensamiento de que los españoles y los negros esclavos llegarían sedientos proceden a envenenar el agua de esta, es así que uno a uno de los que toman del preciado líquido van cayendo muertos, menos el líder de la tripulación, comandada por el hombre que fue protagonista de la ira desatada por los indígenas, Antonio Suárez Flórez. Es aquí cuando vuelve a pasar la aparición de esa mujer que destellaba luz, y vuelve a la vida a quienes habían tomado del agua envenenada.


Vencidos por la guardia colonizadora, los españoles ejecutan a la luz del día y ante miles de ojos a tres caciques, ellos antes también vuelven a ver a la mujer con luz, pero esta vez siendo una estatua que adornaba el sector. El milagro para todos los indios pasa cuando tres días después vuelven a ver los ejecutados en la comunidad como si nunca hubieran muerto, y deciden llamar a la mujer milagrosa como ‘La Guaricha’, que traduce Mujer de Milagro, dando pie a la devoción. Los indios de las diferentes tribus en señal de agradecimiento le llevaban frutas, arepas, collares, y otros elementos que producían en sus tierras.


Los indígenas que aún siguen permaneciendo y con el fin de revivir esta fecha, cada 28, 29 y 30 de abril en Valledupar, con bailes y cantos le rinden tributo a su patrona, que es lo que hoy se conoce como ‘La Leyenda Vallenata’, en honor a los sucesos con la Señora del Rosario.


Es importante mencionar que la Fundación de la Leyenda Vallenata, le debe su nombre a este relato que nace de la creencia de las cuatro tribus: Los Chimilas, Itoto, Cariachiles y Los Tupes.

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Luis Joaquín Mendoza Sierra

De esencia campesina, hijo de la calle, como llamaron, por siempre, a los paridos fuera del matrimonio, nacido en el corregimiento de La Peña (La Guajira), creció realizando tareas rurales en calidad de sirviente, hasta que soñando trascender, fundado en su gran tenacidad, se trasladó a Valledupar, y al ganar unos pesos desempeñándose como maletero y, más tarde, lustrabotas en el aeropuerto Alfonso López, de esa ciudad, se lanza a la conquista del universo que soñaba convirtiéndose en comunicador social-periodista, en la Universidad Autónoma del Caribe.

Luego de un recorrido feraz a través de medios de comunicación de Valledupar, escala hacia Bogotá en donde labora como periodista de RCN radio orientado por el maestro Juan Gossaín, y al tiempo, por las noches y los fines de semana estudia, inicialmente, la maestría en ciencias políticas y, luego, la especialización en integración económica internacional en la Pontificia Universidad Javeriana.

La experiencia y los estudios lo convierten en estratega de campañas políticas exitosas, a través de un marketing innovador y, finalmente se encamina por la competitividad a partir de la que lidera la formulación de planes y agendas de productividad y competitividad, de los departamentos del Cesar y La Guajira.

Luis Joaquín, un ser humano que transpira humildad y generosidad, ha escrito varios libros, entre ellos la biografía novelada de Diomedes Díaz, Un Muchacho Llamada Diomedes que, con la muerte del cantautor de fama internacional, desarrolla una versión aumentada llamada El Silencio del Coloso. Es, así mismo, músico y compositor por afición y estudioso de la competitividad territorial en la que se desempeña como consultor regional.