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EL MÍTICO FLACO DE ORO Y SU IMPRESIONANTE ESCULTURA

Creí experimentar vivencias oníricas cuando él y la escultura se entrelazaron en la maravillosa gala de develación de esta obra. Entré en shock de la emoción que me produjo palparlo, aun a la distancia, y confirmar la perfección de los rasgos de su expresión, su sonrisa natural y su estampa.

Más emoción me produjo verlo a él complacido, realizado, identificado, plenamente, con la figura tallada en cera que ingresará, junto con las de otras figuras legendarias del vallenato como Alfredo Gutiérrez, Omar Geles, Iván Villazón, Calixto Ochoa, Alejo Durán y Leandro Díaz, entre los más distinguidos, al Hall de la Fama del Centro de la Cultura y la Música Vallenata, que construye la gobernación del Cesar para proteger, conservar y promocionar el Vallenato, ese sello identitario de la tierra del Valle de Upar.

Gustavo Gutiérrez Cabello, a quien me refiero, es un icono célebre de esta música que además de poseer uno de los más bellos catálogos de composiciones vallenatas, es el precursor del romanticismo en esta expresión musical. Cuando los compositores le cantaban a la rutina, a las costumbres, al diario vivir, Tavo da un salto fantástico y comienza a componer canciones inspiradas en fantasías envueltas en poesías siguiendo una luz de inspiración que brotaba del caletre de su paisano patillalero y pariente, Tobías Enrique Pumarejo.

Es el camino que luego continúan Fredy Molina, Octavio Daza, Fernando Meneses y Rosendo Romero, entre otros, discípulos adelantados del llamado Flaco de Oro, a quien le han grabado más de cien canciones casi todas exitosas entre ellas: Rumores de Viejas Voces, Confidencias, Paisaje de Sol, La Espina, Lloraré, Parrandas inolvidables, Mi niño se creció, Sin Medir distancia, Así fue mi querer, Mi novia querida, El Cariño de mi pueblo.

La escultura de Gustavo Gutiérrez, tallada a escala natural, por un equipo de artistas encabezados por el reconocido escultor Jhon Peñaloza, es una reproducción, quizás perfecta de este cautivador cantautor quien, siempre bien vestido, en sus recitales lanza rosas rojas al público. El monumento realizado por un equipo encabezado por el escultor John Peñaloza, fue develado en una hermosa ceremonia el pasado 12 de septiembre en el cumpleaños 85 del cantautor quien al tiempo lanzó la producción Cuando Pasen los años Volumen 2 El compositor quedó tan impresionado con la escultura que confesó haber llorado cuando la vio. “Es tan real, dijo Gustavo, que estaba cantando allá abajo, miré y me impresionó. Me emocioné, y lloré, yo soy muy sensible. Es la misma cara mía. Estoy muy agradecido, es un hecho muy importante para mi vida, yo creo que es el mejor cumpleaños que se ha festejado en mi vida. Un eterno agradecimiento y me encanta ese apoyo que le están dando a la cultura, a la música, a nuestro folclor”.

Los eventos de impulso al CCMV, siguen convertidos en paradigmas de organización. Se nota la mano de Cielo Gnecco de Monsalvo, y también la de Luis Alberto, su hijo, bien representado por la gobernadora Elvia Milena Sanjuán, un gran ausente en los avances de esta obra que parió el exgobernador en contra de viento y marea, porque siempre creyó que el Vallenato, necesita su casa, que ya está siendo una realidad para convertirse en hito de la cultura y el turismo en Colombia.

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Luis Joaquín Mendoza Sierra

De esencia campesina, hijo de la calle, como llamaron, por siempre, a los paridos fuera del matrimonio, nacido en el corregimiento de La Peña (La Guajira), creció realizando tareas rurales en calidad de sirviente, hasta que soñando trascender, fundado en su gran tenacidad, se trasladó a Valledupar, y al ganar unos pesos desempeñándose como maletero y, más tarde, lustrabotas en el aeropuerto Alfonso López, de esa ciudad, se lanza a la conquista del universo que soñaba convirtiéndose en comunicador social-periodista, en la Universidad Autónoma del Caribe.

Luego de un recorrido feraz a través de medios de comunicación de Valledupar, escala hacia Bogotá en donde labora como periodista de RCN radio orientado por el maestro Juan Gossaín, y al tiempo, por las noches y los fines de semana estudia, inicialmente, la maestría en ciencias políticas y, luego, la especialización en integración económica internacional en la Pontificia Universidad Javeriana.

La experiencia y los estudios lo convierten en estratega de campañas políticas exitosas, a través de un marketing innovador y, finalmente se encamina por la competitividad a partir de la que lidera la formulación de planes y agendas de productividad y competitividad, de los departamentos del Cesar y La Guajira.

Luis Joaquín, un ser humano que transpira humildad y generosidad, ha escrito varios libros, entre ellos la biografía novelada de Diomedes Díaz, Un Muchacho Llamada Diomedes que, con la muerte del cantautor de fama internacional, desarrolla una versión aumentada llamada El Silencio del Coloso. Es, así mismo, músico y compositor por afición y estudioso de la competitividad territorial en la que se desempeña como consultor regional.