El servicio de acueducto de la ciudad de los Santos Reyes de Valledupar, afronta grandes dificultades. Los vallenatos los sabemos más que hasta quienes administran la empresa EMDUPAR, encargada de este servicio cada vez menos eficiente.
Razones de sobra generan esta complicación que no deja dormir tranquilos a muchos que al día siguiente no tienen como bañarse porque no les llega el agua. La primera gran motivación de este problema grave para una ciudad que se precia de ser turística: la infraestructura y la capacidad, del acueducto, son las mismas de hace, por lo menos, una década, lo que contrasta con un incremento desbordado de la población, por tanto, el servicio es ineficiente, lo interrumpen a cada rato, además de que la calidad es discutible.
Es posible que aquello sea peor que lo siguiente: tiene un plan maestro de acueducto y alcantarillado que fue estructurado hace más de una década y, por tanto, está desactualizado en todos sus componentes, tanto que algunos analistas consideran que actualizarlo es como volverlo a hacer.
Es increíble e inaceptable que EMDUPAR, esté endeudada con más de $30.000 millones, que tenga pasivo con trabajadores, que sea ineficaz, en fin, que ante el inminente riesgo de que colapsar y el vital servicio se interrumpiera, la Superintendencia tuvo que intervenirla.
Lo inaceptable de esta situación resulta de la manera como la empresa cae en desgracia a pesar de que el agua la capta y la distribuye por gravedad. Es decir, no gasta un centavo en energía lo cual es muy económico.
Los propósitos de salvar a EMDUPAR, lo que traduce proteger a la población vallenata de caer en una profundización de la crisis del servicio de acueducto, es obligatorio para todos quienes aspiren a ser alcaldes de Valledupar y, por supuesto, gobernador del Cesar.