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EL APOSTOLADO DE CIELO GNECCO

Una pasión por servir, del tamaño del firmamento
EL APOSTOLADO DE CIELO GNECCO


Cuentan que don Luca Gnecco Navas, padre de Cielo María, nombre de pila de la primera dama del Cesar, a quien autoridades judiciales, de manera absurda y sospechosa, le acaban de decretar orden de captura, salía por las mañanas por su vecindario y lugares un poco más alejados de su casa en Valledupar, para mirar qué familia no había prendido fogones por no tener qué cocinar para comer y resolverles, de manera magnánima, las carencias de alimentos.


Generosa y desinteresadamente sacaba de su bolsillo el dinero necesario para que las familias hicieran mercado y comieran por ese día y venideros. Nada distinto a su pasión por servir, lo inducia a salir en apoyo de gente humilde. En forma parecida también actuaba doña Elvia, su esposa, y madre de Cielo, quien, como todos sus hermanos heredaron la pasión por el auxilio de los necesitados.


Los buenos samaritanos
La marca de la filantropía caracteriza a los Gnecco, especialmente, a los hijos de Lucas y Elvia, ambos fallecidos. Es una condición común a todos, pero muy prominente en Luquita, como se le conocía al exgobernador, recientemente fallecido y en Cielo María.


A ella, especialmente, a Cielo María, exaltamos en esta ocasión, pues ha sido un ser humano que ha dedicado su vida a servir, sin mirar a quien. En invierno como en verano, en campañas políticas o fuera de ellas, con gobiernos o sin ellos, en Navidad u otras épocas, en año nuevo o año viejo, en todo tiempo, Cielo es amor al prójimo.


Es una marca Gnecco que se extiende por generaciones y que hace de ella un verdadero paradigma de servicio a los más humildes y necesitados. Un altruismo que emerge en medio de la indiferencia de la humanidad. Los desamparados, desempleados, huérfanos, viudas, en fin, los indefensos, siempre encuentran su mano tendida y desinteresada haciendo el bien sin mirar a quien.


La sociedad de valores invertidos podría encontrar en ella, un defecto virtuoso, valga la paradoja. Cielo María, es claridosa, templada, frentera y sin tapujos. Contar con cualidades como éstas, es para algunos, los menos, defecto, porque les encanta la hipocresía, la falsedad, las apariencias.


¿Envidia o caridad?
La admiración por Cielo María y por sus hijos, Luis Alberto Monsalvo, en especial, aunque Viviana, Paola y José Jorge, poseen calidades humanas excepcionales, los han llevado a ser exitosos en política, y así como buena parte de los esarenses y guajiros los idolatran, otro número, reducido, por cierto, ha acumulado antipatías, algo de envidia, traducidas en persecución y, por eso, representan algún potencial de peligro para esa familia.


El matrimonio de Cielo María con Luis Alberto Monsalvo Ramírez, Muñe, ella una mujer emprendedora, inteligente y tenaz y él, un extraordinario e incansable empresario del sector agropecuario se ha constituido en la pareja del trabajo incansable y visionario. Trabajan las 24 horas, sin descanso, no son personas, de clubes ni de petulancias, más bien de su casa y de la labor tenaz para impulsar la prosperidad familiar.
El comportamiento generoso y desprevenido de la familia como su positivo desempeño social y económico, debería ser suficiente razón para gozar de aprecio y apoyo, pero no ocurre así dado que Cielo María, nació en una familia que le ha gustado la política, más que como expresión de poder, como servicio y su éxito despierta a los envidiosos y a los fracasados por el poder que, en su delirio por la reconquista intentan torcer, la voluntad de la opinión.


No todo vale
Los seres humanos somos de naturaleza perversa y egoísta. Somos crueles y despiadados. De allí que usemos armas innobles para agredir o para apartar del camino a quienes nos incomodan. La práctica de la estrategia de suma cero, no permite sino desaparecer al que está, para que sea reemplazado por el que llega. Pocas veces convivimos con la diversidad, por tanto, preferimos anular al que nos cae mal o si nos cae bien envidiamos sus logros y lo traicionamos para eliminarlo.


Algo parecido ocurre contra Cielo María, quien ha sido víctima de un, aparente, falso positivo al endilgarle delitos como el de pedirle a las autodefensas, sus perseguidoras y enemigas, ajusticiar a dos amigos suyos, entre ellos Jairo Hernández, con lo que con seguridad no tiene nada que ver, como lo refrenda el hermano de él, Carlos Darío, quien ratifica que su hermano fue asesinado por las autodefensas por no tener, ni él, ni su familia, para pagarles $700 millones de pesos que pedían por su liberación.
No es solo ese testimonio, es que Cielo Gnecco, fue perseguida, amenazada y sentenciada a muerte por las autodefensas de Mancuso y Jorge 40. Su esposo sufrió un atentado del que salió ileso, pero le incineraron maquinarias, reses y fincas. Su hermano Pepe, fue secuestrado por esta organización.


Cuando Luis Alberto Monsalvo, su hijo, aspiró a la Cámara de Representantes, su campaña fue confinada por los paramilitares en Valledupar y tres municipios más por las amenazas que anunciaban su asesinato si hacia proselitismo en el departamento. Aun así, ganó la credencial.


Razones como éstas, y la débil motivación de la medida, fundada en un simple testimonio de un exparamilitar de dudosa credibilidad, hacen poco creíble la tesis de actores judiciales para imponerle una medida de aseguramiento a Cielo María, quien, con su equipo, ha hecho un trabajo político admirable que está a punto de asegurarles, nuevamente, la gobernación del Cesar y varias alcaldías, entre ellas la de Valledupar que, parece inevitable, ganará Ernesto Orozco, su aliado.


Las decisiones judiciales se respetan y acatan, pero la desconfianza por la precipitud, por demás extraña, del operador judicial que la adoptó a 15 días de las elecciones, cuando Cielo María, es factor determinante en el entusiasmo de la gente, no deja de provocar suspicacias. La opinión pública cesarense la ha percibido con el temor del sesgo o, cuando menos de la imprudencia, sobre todo cuando es un proceso de dos décadas que ya tenía un fallo favorable.


Razón tienen las voces de calles y carreras, campos y ciudades de buena parte del Cesar y de La Guajira, en las que las frases más comunes, que se escuchan expresan: “A eso le metieron mano”. “Quieren ganar elecciones con golpe judicial”, “Se la embarraron. Les salió el tiro por la culata”. “El pueblo los castigará en las urnas”. “NO TODO SE VALE”.

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Luis Joaquín Mendoza Sierra

De esencia campesina, hijo de la calle, como llamaron, por siempre, a los paridos fuera del matrimonio, nacido en el corregimiento de La Peña (La Guajira), creció realizando tareas rurales en calidad de sirviente, hasta que soñando trascender, fundado en su gran tenacidad, se trasladó a Valledupar, y al ganar unos pesos desempeñándose como maletero y, más tarde, lustrabotas en el aeropuerto Alfonso López, de esa ciudad, se lanza a la conquista del universo que soñaba convirtiéndose en comunicador social-periodista, en la Universidad Autónoma del Caribe.

Luego de un recorrido feraz a través de medios de comunicación de Valledupar, escala hacia Bogotá en donde labora como periodista de RCN radio orientado por el maestro Juan Gossaín, y al tiempo, por las noches y los fines de semana estudia, inicialmente, la maestría en ciencias políticas y, luego, la especialización en integración económica internacional en la Pontificia Universidad Javeriana.

La experiencia y los estudios lo convierten en estratega de campañas políticas exitosas, a través de un marketing innovador y, finalmente se encamina por la competitividad a partir de la que lidera la formulación de planes y agendas de productividad y competitividad, de los departamentos del Cesar y La Guajira.

Luis Joaquín, un ser humano que transpira humildad y generosidad, ha escrito varios libros, entre ellos la biografía novelada de Diomedes Díaz, Un Muchacho Llamada Diomedes que, con la muerte del cantautor de fama internacional, desarrolla una versión aumentada llamada El Silencio del Coloso. Es, así mismo, músico y compositor por afición y estudioso de la competitividad territorial en la que se desempeña como consultor regional.