Si bien la confección de los vestidos de pilonera surgió como un valor agregado del taller, hace algo menos de dos décadas, Flor María Camargo, está piloneando, “moliendo” máquina de coser, para ser más precisos, hace seis; cuando decidió aprovechar sus virtudes de costurera, como llamaban en la antigüedad a las mujeres que cosían ropa, para atender demandas de confecciones de familiares y amigas.
Su puntada y estilo, fueron ganando méritos y reconocimientos hasta que no tuvo otra opción que montar, formalmente, su taller de confecciones, el más acreditado, nadie lo pone en dudas, confeccionando atuendos de piloneras y piloneros, cuya demanda se dispara en cada abril por el Festival de la Leyenda Vallenata.
La labor de la costurera fue creciendo en la medida en que la demanda crecía y especializaba las prendas de vestir. Con el tiempo, la actividad informal de confección, se consolidó en un taller que ocupaba a otras personas, que Flor María, lideraba y aun lidera, pero ya en compañía de sus hijas Patricia y Rosa María, la más apegadas a su arte.
Piloneando
Con el pie en el pedal de la máquina de coser todo el día y casi la noche, Flor María, crío y educó seis hijos, cuatro mujeres, entre ellos, desde la época en la que en el barrio Guatapurí emprendió con su taller, inicialmente, reparando prendas de vestir y luego bordando.
A sus 83 años, nadie le echa un pie adelante en atuendos festivaleros, porque a su experiencia se sumó Rosa María, su hija, quien estudio diseño moda y confecciones. Y que nadie se le mida cuando de diseñar y elaborar tocados se trata. Inspiradas en las flores autóctonas: trinitarias, corales, cayenas, cañahuates, Flor María, elabora verdaderas joyas como adornos para mujeres piloneras.
Cada Festival, la fiesta de nuestra fiesta, Flor María y sus hijas Rosa María y Patricia, diseñan y confecciones decenas de vestidos de enorme belleza y complejidad, especialmente, cuando de faldas para piloneras se trata dado que el tamaño promedio es de 10 metros de ancho.
Diseñar y elaborar arandelas para faldas de piloneras, es todo un desafío, dice Rosa María Hernández, su hija, porque son piezas de adornos que bordean estas prendas de vestir y “el pegando del encaje doble que usan las piloneras que concursan que es hasta de tres, no es cosa fácil”, asegura.
En el Festival pasado, Flor María y sus hijas diseñaron y confeccionaron los vestidos de la primera dama Verónica Alcocer y de su grupo, además de collares, aretes, y tocados que fueron la sensación.