SAL..udo Vallenato
Una costumbre sana, si, como el inolvidable lema del tradicional talco; espontánea y producto de la amistad, del compadrazgo, de la admiración y el afecto por amigos y parranderos, se transformó en un negocio de un hedor repugnante en el que todas las partes, sin excepción, se corrompieron.
Una gran cuota para la desgracia corre por cuenta, quien lo creyera, del auge del Vallenato, una música bucólica propia de corraleros y jornaleros de la que luego se apropian las élites más perfumadas, se transformó en la expresión musical más representativa de Colombia, y una mención de un artista famoso en una grabación o un concierto, se convirtió en objetivo de todos aquellos que ambicionaban fama, reconocimiento o por simple vanidad.
Los artistas, sin pedirlo, recibían vehículos de alta gama, finas joyas, armas y reses. Los anecdotarios dan cuenta de un artista vallenato, reconocido, que se desplazaba a los lugares para amenizar parrandas y en la caravana siempre había un camión por si el ofrecimiento llegase a ser una vacada.
Generalmente, los anfitriones, con frecuencia patentados ganaderos, encima de pagarle agradecían con ofrecimientos: “compadre ahí le tengo dos vacas y un reproductor, cuando pueda, mande por ellos”. “Eso es ya” respondía. Seguidamente la orden para su conductor, “traiga el camión”.
Los menos pudientes se colaban en los saludos de los artistas, brindándoles atenciones sencillas o patrocinando los lanzamientos de sus producciones musicales, instalando gigantes equipos de sonidos en plazas, vallas publicitarias y, uno que otro, promoviendo desfiles de acompañamiento.
Más temprano que tarde por razones atribuidas al dinero incontenible del narcotráfico, el encarecimiento mismo de los saludos y la aparición de intermediarios que negociaban tarifas exorbitantes pagadas “en rama” sin pena ni pesar, los regalos fueron perdiendo valor y el efectivo empezó a reinar de manera incontenible.
Entonces, la magia del saludo en el vallenato empezó a perder su encanto, además, porque narcos, políticos, ejecutivos del poder público, muchos acusados de corrupción, o personajes procesados por vinculación con delitos, colmaron esos contenidos en las grabaciones.
En medio de las controversias surgidas por esta práctica pura y sencilla de los vallenatos hubo decisiones de artistas como Jorge Celedón y los Hermanos Zuleta, que determinaron eliminar los saludos de las grabaciones pero ni ellos ni sus seguidores lo soportaron, entonces reincidieron.
Siguen produciéndose saludos espontáneos o llenos de gratitud, pero pululan los patrocinados por personajes mal referenciados o, cuando menos, aprovechados de esta práctica propia de nuestra cultura, para ganar protagonismo y, de esa manera, ganar reconocimiento y aspirar a cargos de elección.
Los ejemplos proliferan, pero para ilustración de los lectores será inevitable mencionar algunos que saltan a la vista como de los más mentados. También resulta cierto decir, que, personajes que inicialmente eran reconocidos y honorables, después de los saludos, cayeron en desgracia. Otros podrían haber estado, en la clandestinidad, vinculados a procesos non sancto y ya descubiertos se convertían en verdaderas sorpresas hasta para sus propios arengadores.
Inevitable mencionar a Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, miembro del secretariado de las antiguas Farc, saludado en discos por el cantautor Diomedes Díaz, cuando se le conocía como un sencillo banquero e integrante de una familia prestante de Valledupar, del que casi todo su entorno desconocía sus andanzas.
Emilio Tapias, mencionado como “el hombre de las carreteras”, era un reconocido empresario sin tachas. Emilce López, reconocida después como La Gata, Kiko Gómez, un guajiro bonachón y político de Barrancas; el mismo Senador Bernardo Elías, el de la Ñoñomaía, personajes de negocios o de la política sin mayores pecados y, por tanto, remencionados en saludos vallenatos.
Los saludos se fueron depreciando, que poco a poco fueron vistos como una práctica desdeñable porque dependía del dinero, del grado de influencia y de intereses alejados de la amistad, el afecto y la gratitud. Merecido título: SALudos porque ahora salan a muchos de los que se atreven
La situación se agrió de tal manera que, recientemente, hasta el Consejo Nacional Electoral abrió indagaciones que comprometían a los artistas Silvestre Dangond, Peter Manjarrez, Farid Ortiz y Luifer Cuello, por los reiterados saludos y menciones a candidatos aspirantes a alcaldía y gobernaciones.